Sistema de subcampos del Campo de Concentración de Dachau
La creación de un sistema de subcampos de trabajo forzado
En los primeros años del campo de Dachau, la explotación de la mano de obra de los reclusos servía, casi siempre, de castigo y vejación. A judíos y presuntos infractores del orden se les obligaba a trabajar duramente en la mina de gravilla. A pesar de que, a partir de 1938, la SS explotó la mano de obra de los prisioneros ya más encauzada a sus proyectos de edificación y a su floreciente emporio económico, el trabajo físico extenuante conservó su carácter de medida punitiva y de terror contra los prisioneros.
Con el fracaso de lo que se conoce como la “estrategia de la guerra relámpago” contra la Unión Soviética, el régimen nacionalsocialista asume que la guerra se prolongará varios años y, en primavera de 1942, decide explotar en masa la mano de obra de los prisioneros forzándolos a trabajar en beneficio de la economía de guerra. En consecuencia, se construyen fábricas de armamento en las inmediaciones de los campos de concentración; pero, sobre todo, se crean los comandos externos y los subcampos aledaños a los centros de producción. El campo de concentración de Dachau tuvo una amplia red, más que nada en el zona sur de Baviera, consistente en un total de 140 subcampos. Los prisioneros confinados a estos sitios tenían que trabajar, sobre todo, en el sector de armamento aéreo. La SS “alquilaba” su mano de obra a importantes empresas en la economía de guerra que pagaban por ella y se beneficiaban de su explotación forzada. La SS era responsable del transporte de los prisioneros a los centros de producción, y por lo general, de su vigilancia, alimentación y abastecimiento. Si bien el trabajo en las fábricas significó para muchos de ellos una mejoría en sus condiciones de reclusión y de vida, el trabajo al aire libre, y principalmente en los comandos destinados a la construcción, siguió obedeciendo el principio de “exterminio a través del trabajo”. Las condiciones inhumanas de explotación, la falta de alimentos y la violencia de los guardias costaron la vida a un gran número de personas. Es difícil determinar la cifra real de víctimas, ya que los prisioneros que dejaban de ser aptos para el trabajo eran remitidos al campo principal de Dachau, desde donde se les trasladaba a los centros de exterminio para aniquilarlos. Fue así que el campo de prisioneros de Dachau pasó a ser un centro de acopio y de distribución donde se renovaba la mano de obra y se reemplazaba a los reclusos que habían perdido su fuerza de trabajo.
En Dachau, los homicidios y el terror alcanzan un primer clímax en 1941/42. El hambre, las enfermedades y, sobre todo, una epidemia de tifoidea en invierno de 1942/43, agravan aún más la situación.
Debido a que, en 1944, los ataques aéreos de los aliados afectan cada vez más la producción bélica, el Ministerio de Armamento proyecta la construcción de fábricas subterráneas a prueba de bombas. Con este telón de fondo, se van a crear los dos complejos de subcampos de Dachau: Mühldorf y Landsberg-Kaufering. Pero como proyectos de semejante envergadura exigen grandes cantidades de mano de obra, en verano de 1944, Adolf Hitler ordena que se deporte a los campos de concentración en el territorio del Reich a prisioneros judíos de los campos de Auschwitz, Kaunas, Varsovia y Hungría, ocupada en marzo de ese mismo año.
Cuantiosa fue la cifra de prisioneros judíos obligados a construir formidables búnkeres para la producción de aviones de caza en los subcampos de Mühldorf y Landsberg-Kaufering. Más de 30.000 personas fueron sometidas a mortíferas condiciones tanto de reclusión como de trabajo que costaron la vida a más de un tercio.