6 Patio de revista
El patio de revista está entre el edificio de la intendencia y los barracones. Es una amplia superficie que la SS usaba para el recuento y los castigos. De mañana, frente a los barracones, los prisioneros se formaban para el prerrecuento. De ahí salían marchando hacia el patio de revista donde se formaban en hileras de diez. Sin importar el tiempo que hacía, la SS los obligaba a permanecer inertes en posición militar. Por lo regular, el recuento duraba una hora, aunque tampoco era raro que se prolongara. Luego, los prisioneros iban a formarse en sus respectivos comandos de trabajo. Por la tarde, una vez finalizada la jornada, el procedimiento volvía a repetirse. Si el número de reclusos en la revista no concordaba con el número de prisioneros en el registro, entonces, de castigo, todos los prisioneros tenían que permanecer en el patio de revista en posición de firmes hasta que se aclaraba el motivo y la SS les permitía volver a sus barracones. Muchas veces, el marasmo hacía que débiles y enfermos se desplomaran durante la revista sin que nadie pudiera socorrerlos.
Además de la posición de firmes, otro de los castigos colectivos consistía en hacer ejercicios militares en el patio de revista. Bajo su dictado, la SS obligaba a los internos a realizar ejercicios físicos hasta la extenuación. Con afán de humillarlos e intimidarlos, los azotaba en el potro en pleno patio de revista ante los ojos de todos.
Durante los meses que precedieron el fin de la guerra, en el campo de concentración de Dachau imperó el más completo hacinamiento. Los prisioneros evacuados de otros campos que, sin cesar, hacían su arribo a Dachau iban a dar, antes que nada, al patio de revista. Muchos débiles y enfermos llegaron solo a morir en él.
“Más de tres horas de pie en el patio de revista a espera de que sonara el silbato que nos enviaría de regreso a los barracones. La llovizna, helada y penetrante, hizo de nuestra ropa mojada pesados harapos. En la luz amarilla de los reflectores, se veía cómo las gotas bailoteaban sobre la masa inerte de prisioneros que los siempre maldicientes oficiales de la SS rondaban como perros malignos”.