9 Barracones
Como parte de las obras de ampliación del campo, en 1937/38, la SS dispuso que se edificara un complejo de 34 barracones. Este conjunto de 4 barracones funcionales y 30 barracones habitacionales fue demolido en 1964/65. Los dos edificios abiertos al público al inicio de la antigua calle del campo son reconstrucciones que datan de 1965. El barracón oriental alberga una exposición sobre el alojamiento y las condiciones de vida de los prisioneros. En ese año se vaciaron también marcos de hormigón que señalan la ubicación de los 32 barracones restantes.
Cada barracón de prisioneros o “bloque”, según la jerga concentracionaria, estaba compuesto por cuatro salas llamadas Stuben que, a su vez, consistían en una estancia con mesas, taburetes y armarios y en un dormitorio con literas de madera. En las viviendas, los prisioneros estaban completamente sometidos a la arbitrariedad de los miembros de la SS que fungían como “jefes de bloque”. Sirviéndose de un minucioso reglamento, tiranizaban a los prisioneros en lo que toca a la pulcritud del suelo, al orden en los armarios o la perfección con que debían tender las camas. La más mínima irregularidad era objeto de severo castigo.
Cuando se edificaron, los barracones habitacionales estaban pensados para albergar a 200 personas; pero, hacia el final de la guerra, se alcanzaron niveles de hacinamiento de hasta 2.000 prisioneros en cada uno. En el primer barracón a la izquierda estaban el comedor, la escribanía, la biblioteca, el museo de la SS y salas donde se impartían cursillos de formación a los reclusos. A la derecha de la calle del campo estaba la enfermería que, como el estado de salud de los prisioneros era pésimo, fue expandiéndose ocupando cada vez más barracones. Más atrás estaban los bloques de castigo y los bloques de cuarentena de los recién llegados.
“¡A tender las camas! Palabras temibles que, ¡ay!, reflejan la sangrienta estupidez de la disciplina del campo. Lo natural es que los bordes de un saco de heno sean redondos. Pues bien, ¡aquí tienen que ser angulares! Rectos como una caja de puros. [...] De sus escondrijos salen tablas y tablitas que han sido elaboradas con este único propósito. El saco tiene una ranura por la que, con un palo, se pica el heno acomodándolo de tal manera que los bordes queden bien rellenos; al mismo tiempo, se les aplana con las tablas presionando en sentido contrario. La sábana se tiende encima con sumo cuidado y hay que allanar los costados hasta que el borde quede bien afilado.”