6 Monumento Admonitorio en Memoria de las Marchas de la Muerte
En verano de 1944, conforme iban avanzando las tropas aliadas, la SS se dio a la tarea de evacuar, por etapas, los campos de concentración cercanos al frente. Ya en tren, ya en marchas violentas, trasladó a los prisioneros a otros campos más distantes. Por su ubicación dentro del territorio del Reich, el campo de concentración de Dachau sirvió, entonces, como punto de acopio de reclusos provenientes de los campos de Auschwitz, Natzweiler, Flossenbürg y Buchenwald. El número de víctimas de las marchas y de los transportes en tren es considerable.
La orden de evacuar el campo de Dachau y sus subcampos se dio apenas unos días antes del arribo de las tropas estadounidenses. El 23 de abril de 1945 inicia la disolución del complejo de subcampos en Kaufering. Tres días más tarde, las primeras columnas de prisioneros del campo principal de Dachau parten en dirección al sur. La SS obligó a por lo menos 25.000 prisioneros de toda la red de campos pertenecientes a Dachau a ponerse en camino en convoy o en marchas violentas.
Los desplazamientos a pie, también conocidos como las “marchas de la muerte”, costaron la vida a, por lo menos, mil personas que murieron a consecuencia de enfermedades, desnutrición y agotamiento. Los guardias de la SS asesinaban a tiros o a golpes a todo aquel que desfallecía o se iba rezagando. La ruta pasó por numerosos pueblos y ciudades pequeñas, y no pocos vecinos presenciaron estas brutales marchas.
En 1989 se colocó el primero de un total de 22 Monumentos Admonitorios en Memoria de las Marchas de la Muerte que, entretanto, se encuentran en diversas comunidades a lo largo del trayecto que siguieron estas marchas. Se trata de una serie de monumentos idénticos diseñados por el escultor Hubertus von Pilgrim. El ejemplar que se encuentra en Dachau, en el cruce de la calles Theodor-Heuss-Straße y Sudetenstraße, fue colocado en 2001 en memoria del calvario que padecieron las víctimas.
“Los civiles alemanes nos veían pasar. Algunos salían y nos ofrecían algo de pan, pero las consecuencias eran siempre catastróficas. Cientos de prisioneros medios muertos de hambre se abalanzaban sobre sus benefactores y los hacían rodar por tierra. En un santiamén, deshacían el pan, y los guardias acometían al grupo apiñado. Siempre que ocurría algo así, eran aún más los muertos que quedaban tirados al borde de la calle.”